Por qué escribir en Internet

Por qué escribir en Internet
Cubo formado por una matriz tridimensional de esferas negras de diferentes tamaños. Procedural Art utilizando Three.js - Elena Torró, 2025

O, más bien, por qué escribir en la era del Internet muerto


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Por qué escribir en la era del internet muerto
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La primera vez que escuché hablar de la teoría del Internet muerto fue mientras iba en coche, en un viaje largo, escuchando varios capítulos del podcast Ciberlocutorio, de Andrea Gumes y Anna Pacheco. Con la proliferación de la inteligencia artificial generativa, esta teoría ha ocupado en los últimos meses los títulos clickbait de diversos posts y también se ha empezado a hablar de ella con mayor frecuencia, a pesar de no ser un concepto novedoso.

Esta teoría abarca la percepción de que el contenido que encontramos en la red está producido en su mayoría de manera artificial. Por eso se dice que está muerto, porque no hay una vida humana detrás de ese contenido, sino un conjunto de automatismos cuyo resultado imita contenido e interacciones ya existentes.

Esta percepción nos hace dudar constantemente de lo que vemos en Internet: ¿esto lo habrá escrito un bot? ¿Una IA? Ya no nos preguntamos tanto si al otro lado nuestro interlocutor es el alter ego de un psicópata como si ese psicópata es una persona real o no.

Esto se combina con el fenómeno del Valle Inquietante, esa sensación que nace de la incomodidad al interactuar con aquello que parece real pero que sabemos, o creemos, que no lo es. Se aplica a distintos ámbitos, pero en el contexto de Internet, hablamos de esta incomodidad que en ocasiones roza lo cringe, que se produce por ejemplo cuando lees un mensaje que sabes perfectamente que no ha escrito una persona, o escuchas un audio que sabes que no ha grabado una voz humana pero que quiere imitarla con mucho (demasiado) esfuerzo.

En cualquier caso, la teoría o conspiración del Internet muerto es solo otro de los factores que hacen que Internet sea cada día un lugar más extraño, más hostil y más inhóspito.

Por eso, cuando escuché la teoría del Internet muerto no me hizo pensar únicamente en la ausencia de vida detrás de lo que veo en Internet, sino también en la naturaleza del propósito. Es un sentimiento de navegar un Internet zombie, donde se mezclan las campañas publicitarias cada vez más personificadas, las ideologías radicales y los mecanismos que las favorecen, donde el bombardeo de información repetitiva y con el mismo formato es constante porque es lo que funciona en el algoritmo de la plataforma de turno, donde prima la exposición irreal de uno mismo porque es lo que conecta.

En este vídeo titulado "Resistencia al desengaño", de Victoria Borrás, habla de este tema, de los códigos de la comunicación, de cinismo cultural, del desengaño ante el sentimiento de irrealidad y al distanciamiento entre nosotros mismos, lo que creamos y construimos. He visto este video muchas veces, plasma este sentimiento que me acompaña en relación a las interacciones que me rodean a la perfección, y por ello no podía dejar de compartirlo.

No obstante, pienso que no todo el mundo percibe Internet del mismo modo, y que la manera en la que yo lo hago nace de la nostalgia millennial de quien ha vivido los inicios de Internet, de los blogs, de los textos cutres y escritos a bocajarro, del fotolog y de tuenti, y que ahora siente que ha perdido aquello que lo hacía maravilloso.

Así que hablo del Internet zombie desde una visión sesgada y nostálgica de lo que significa para mí, porque siempre he sentido esa necesidad de habitar Internet, de que sea un lugar donde poder exponer aquello que me apetece compartir.

Por eso me pregunto, ¿por qué escribir en la era del Internet muerto? ¿Es posible coexistir en un lugar adverso, lleno de contenido basura, de tendencias agobiantes, de dependencia tecnológica?

No creo solo que sea posible, sino que además, es necesario. Internet no es un solo lugar, sino infinitos al mismo tiempo. Es posible encontrar un recoveco, una esquina, donde habitar como quieras. Ir a lo pequeño y a lo cercano. Las cámaras de eco funcionan, y no hay por qué estar solo en una, sino en todas las que te interesen. Es posible habitar un Internet descentralizado, lugares alternativos, nichos, romper con el Internet canónico y construir nuestros propios espacios. No pensar en el alcance, sino en el propósito.

Por eso quiero escribir en Internet, en un pequeño rincón, lejos de tendencias que no necesito seguir y con la única motivación de encontrar ese desahogo que siento cuando escribo y cuando comparto lo que escribo.

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