Para leer despacio

Para leer despacio
Ilustración de triángulos superpuestos formando filas paralelas en colores cálidos y semitransparentes - Procedural Art utilizando p5.js - Elena Torró, 2025

Llego a casa tras un fin de semana fantástico. Vuelvo de la cuarta edición del Retiro Literario que organizamos en Droids&Druids, una idea original de Inés que llevamos haciendo durante cuatro años. Es el desfibrilador de la inspiración, el chute de energía que alimenta nuestras ganas de escribir, de crear historias y, sobre todo, de compartirlas.

Nos juntamos un grupo de unas veinticinco personas, conocidas y desconocidas, y entre todas realizamos talleres de escritura de los que pueden surgir ideas nuevas, o donde se puede encontrar la chispa que le faltaba al borrador que una está escribiendo. Y compartimos, leyendo en voz alta, algunas de las cosas que escribimos.

Es abrumador rodearte de gente con tanto talento y descubrir cómo pueden crear en cuestión de minutos auténticas masterpieces, que en ocasiones surgen de retos que las sacan de su zona de confort. Hay algo de mágico en esa atmósfera auto-construida que hace que las lecturas tengan algo especial, y de estos retiros han salido ideas que se han materializado en proyectos que ahora viven en el mundo real.

Me guardo las anécdotas y experiencias para mí (y para el grupo donde ahora estamos compartiendo fotos, mensajes y links), pero aprovecho para compartir un microrrelato que surgió del taller de Talita Isla, que tituló: ¿Alguien dijo terror? Crea tu propia historia con la ayuda de tus miedos (o los de los demás)

En este ejercicio hablé de uno de mis miedos, del que ya he hablado de distintas formas en esta newsletter, y ese miedo es la velocidad. La velocidad es una magnitud física, y por lo tanto intangible, de la que no puedo escapar en cada cosa que hago. Y como la mejor manera de enfrentarse a los miedos es nombrándolos, qué mejor que convertirla en relato:

Lo que más me aterra no es caer, sino la velocidad de la caída. Me doy cuenta que así ha sido siempre. No es viajar, sino volver demasiado pronto. No es subir en su coche, sino notar que sobrepasa el límite de la carretera. Aquel miedo físico a la velocidad había trascendido a mi propia existencia.
Sé que es un cliché, pero es cierto que cuando siento la velocidad, ya sea porque estoy en un avión al despegar o porque observo lo rápido que han envejecido mis padres de un día para otro, veo pasar mi vida como si fueran diapositivas de una película. A cámara rápida. Sin poder hacer nada para pausarla.
Lo más curioso de todo es que el miedo llega sin previo aviso, haciendo que el vértigo de mi estómago se transforme en náusea y esta en vómito.
No se trata de escapar, nunca he tenido miedo a que me persigan, a que me alcancen. No es que quiera parar. Yo solo quiero ir más despacio.

Aprovecho para recomendar una lectura titulada “El tiempo regalado”, de Andrea Köhler, un ensayo publicado por Libros del Asteroide. Es curioso porque el primer capítulo se llama “un miedo genuino”, introduciendo así la temática del ensayo. Pero no habla de la velocidad, sino de la espera. Podríamos pensar que lo que da miedo es el tiempo, ya que abarca ambos conceptos, pero diría que no es así del todo: diría que el uso del tiempo es un fabricante de miedos. Destaco esta frase del libro:

“Y es que nuestra vida es corta, y nuestra piel original, muy fina, somos rápidos y patojos, atentos y ansiosos, y el estrés que experimentamos al percibir la tensión entre la creciente velocidad del mundo y los trabajos de restauración cultural debemos soportarlo a poder ser con dignidad e ironía. Aquí el erizo corrige a arrogantes y manipuladoras liebres. Pues cuanto más rápidamente envejezca lo novedoso, antes reaparecerá lo viejo como nuevo: todo el que haya vivido un poco más lo sabe. [...] Siempre somos ambas cosas, liebre y erizo, y esta doble vida temporal —cual separación de poderes del tiempo— de vivir únicamente con hambre de futuro, aprisa o despacio, dominados por la lentitud. Si no fuera así, viviríamos solo a medias. Y la vida es demasiado corta para eso”

Me he propuesto dejar marcada la casilla de hablar de la velocidad, al menos de momento. Este post no es solo para reincidir, sino para resaltar que a veces, la mejor manera de superar un miedo no es solo nombrarlo, sino también compartirlo.